Hablar de educación emocional nos lleva a considerar no sólo qué tan preparados están los niños y jóvenes al expresar sus sentimientos, también pensar en su manera de responder ante los obstáculos de la vida. Incluso si aún se usa esa romántica alusión de la infancia con el crecer de una flor, es cierto que el contexto es un factor importante en la formación de la persona. Si se toma en cuenta entornos más desiguales que otros y, pese a ello, el desenvolvimiento es armónico, estamos tratando con alguien resiliente.
En el afán de entender el desarrollo durante los primeros años de la persona se han formulado varios esquemas con el fin dar las herramientas necesarias a las generaciones más jóvenes y sobrevivir como sociedad. La perspectiva hacia la educación, gracias a varios estudios, cambió de ser vista sólo como la preparación profesional al lugar donde se sientan las bases del sujeto social.
Considerar a la resiliencia en los ámbitos escolares a temprana edad ofrece al alumno consciencia de sus fortalezas e incluso la posibilidad de participar activamente en sociedad asumiéndose como un agente de cambio en su entorno.
Sería un error ignorar las facilidades a las que accede el niño condicionadas por su contexto y es precisamente esta característica a la que se refieren los expertos cuando hablan de una educación pensada en, por y para el estudiante. Un enfoque educativo desde la resiliencia brinda una mejora en la calidad de vida del alumno pues un ambiente positivo en el aula es fundamental en la prevención de problemáticas como bullying, adicciones, poca autoestima, bajo desempeño académico o el abandono de estudios, entre otros.
El trabajar en la resiliencia de los alumnos requiere que los profesores ejerzan una relación de calidez, confianza, afecto y empatía con sus alumnos. Mayormente en comunidades escolares desfavorecidas, la escuela se convierte en un refugio de entornos familiares disfuncionales y, por ello, los docentes son pieza clave en este enfoque además de traer estabilidad y bienestar en su vida profesional y personal.
La resiliencia se puede aprender y desarrollar en la persona, adaptándose a sus peculiaridades individuales. Entre los pilares necesarios en las escuelas que deciden implementar esto en sus comunidades estudiantiles están:
- Personalizar la enseñanza considerando las habilidades de cada alumno incluyendo técnicas de estudio y apoyo audiovisual para las distintas inteligencias.
- Fomentar el valor de la responsabilidad estableciendo límites, metas y objetivos en la dinámica de clases.
- Reforzar los conocimientos académicos al enseñar habilidades para la vida.
- Establecer una relación de confianza, apoyo y estima entre directivos, profesores y alumnos crea motivación en un espacio positivo para todas las partes.
- Una comunicación fluida y con retroalimentación donde las decisiones puedan ser discutidas entre todos los involucrados en la comunidad escolar.
Las instituciones educativas están frente a un presente más humanista que, a causa de descuidos heredados del pasado, buscan el rumbo de un futuro que se percibe duro. De la misma manera el trabajar en equipo con los padres de familia y docentes compartiendo la perspectiva de vida. En BE+Live estamos conscientes de ello y queremos ser una guía innovadora y sensible a la realidad.
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