Ser parte de la crianza de una persona en sus primeros años de vida es una responsabilidad que, si se asume de manera consciente, requiere hacer una introspección sobre el manejo emocional propio y, preferentemente, en identificar los hábitos con los que enfrentamos el mundo, tanto interno como externo.
Hay que tomar en cuenta que una gran parte de las bases de la personalidad se forman durante la infancia y la gestión emocional se va desarrollado, independientemente de si existe una instrucción en el entorno. Es primordial que este aspecto sea parte de su educación pues les ayuda a tener bienestar en el presente e inclusive ser resilientes en etapas venideras.
Como responsables de su proceso formativo podemos colaborar fomentando hábitos en su vida diaria enfocados a su bienestar emocional y algunos de ellos son:
- Distinguir sus emociones de la realidad
Conforme se viven más experiencias y va creciendo la persona, aumenta el control y consciencia de su mundo interno. Al crecer los niños son más conscientes del mundo que los rodea y es de vital importancia que identifiquen la manera en que viven sus emociones y sentimientos, fomentado que las vivan y verbalicen sus experiencias, platicando con ellos procurando separar los sucesos del contexto con su sentir. Esto también contribuye a que sean más empáticos y sean sensibles a las necesidades ajenas.
- Percibir a los errores como oportunidades de mejora
Una idea que permea aún en la sociedad es creer a la perfección como sinónimo de “éxito”. Además de implantar desde edades tempranas un temor a errar, un mal manejo de las equivocaciones afecta su autoestima e incluso desarrollar padecimientos como ansiedad y depresión. Enséñales a dar y reconocer su esfuerzo en sus actividades además de recordarles que no pueden controlar todo a su alrededor y buscar el aprendizaje en sus experiencias, tanto positivas o negativas.
- Comunicarse asertivamente con los demás
No hay mejor herramienta que enseñar con el ejemplo, así que trabajemos individualmente en nuestra forma de interactuar con los demás. Dicho esto, establecer un clima de confianza y seguridad en todos sus entornos tomando en cuenta lo que les gusta y lo que no, fomentando la empatía e identificando expresiones y conductas agresivas. Pensar antes de hablar, tomar los comentarios ajenos no como ataques personales ni verdades absolutas y mejor rescatar las sugerencias.
- Conocerse a sí mismo
Además de identificar sus aficiones, disgustos y metas, es de gran importancia que sepan sus fortalezas y debilidades, esto con el fin de valorar su propio esfuerzo, ser responsable, construir su independencia y pedir ayuda cuando lo requiera. El fomentar su autoconocimiento resulta en una actitud resiliente ante las adversidades y buena disposición al aprendizaje.
- Organizar su tiempo
Hay tiempo para todo si se sabe aprovechar y una buena gestión de su tiempo es primordial para fomentar los valores de la disciplina y el compromiso, que los ayudarán a tener una autoestima y lograr sus metas. Desde establecer rutinas en su vida diaria, organizar un horario considerando sus obligaciones y recreación, e incluso enseñarles a enfocar su atención a cada una de las actividades que realicen.
Recordemos que somos parte esencial durante sus primeros años de vida y voltear la mirada hacia nosotros mismos– cuidando y atendiendo la salud propia- contribuye a construir entornos más estables, seguros y tranquilos que benefician a todos. Filosofías como el mindfulness aplicados en la educación tiene efectos positivos en la vida de estudiantes, profesores y padres/madres de familia; siendo así que BE+Live transforma la experiencia de aprendizaje para la comunidad escolar.
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